Este 27 de febrero se cumplen 29 años de los violentos disturbios sociales que sacudieron a la ciudad de Caracas en el año 1989, cuyo punto de arranque fue el aumento de la tarifa del transporte público, de la gasolina y la liberación de precios, entre otro conjunto de medidas económicas que en los días previos había tomado el recién instalado gobierno de Carlos Andrés Pérez.
A esta fuerte conmoción social se le conoció como el “caracazo” y también “cuando bajaron los cerros”, porque fue protagonizada principalmente por los habitantes de las barriadas caraqueñas ubicadas en los altos cerros llenos de pobreza que todavía hoy rodean a la ciudad capital.
Puesto que ni los medios televisivos ni la prensa nacional estaban censurados por el gobierno — como lo están actualmente—, todo el país pudo ver con estupor las imágenes de las numerosas protestas, y de los saqueos a supermercados, abastos y otros grandes establecimientos comerciales. A fin de controlar la grave situación que se iba extendiendo casi por todo el país, el gobierno decretó el “toque de queda” y la suspensión de algunas garantías constitucionales.
Ante la severa crisis humanitaria que hoy padece Venezuela, en todos los órdenes (pero especialmente en cuanto a alimentación, salud y ejercicio de los derechos laborales, económicos, civiles y políticos), mucha gente se pregunta: ¿cómo es que estando hoy en tan gravísimas y peores condiciones que en el año 1989, sin embargo los cerros de Caracas y otras barriadas pobres del país parecen mantenerse en calma?
La respuesta podríamos hallarla en lo siguiente:
- A diferencia del año 1989, hoy día todos los medios de comunicación se hallan bajo fuerte censura y autocensura, por lo cual no pueden transmitir al público las grandes o pequeñas protestas sociales y también los saqueos de alimentos y otros bienes que casi a diario se suceden no solamente en barriadas de Caracas sino en las distintas regiones del país, con ataques a abastos y supermercados, a gandolas que transportan ganado u otros alimentos y demás bienes, incluso fincas donde el vandalismo entra a saquear, descuartizando reses vivas para llevarse la carne.
- Se puede decir que en aquel año la gente no tenía miedo de salir a protestar, pues los espacios públicos no estaban ocupados por militares ni por ningún otro órgano represivo, ni cuerpos de civiles armados (“colectivos”) como lo están actualmente; facultados además, por decreto del gobierno, para accionar armas de fuego contra los manifestantes.
- Las barriadas más pobres que se ubican en los cerros de Caracas y otros sectores del país, están férreamente controladas y vigiladas principalmente por los civiles armados (“colectivos”), y en su mayoría son personas que, por voluntad o contra su voluntad, integran las distintas “misiones” del gobierno, entre ellas la “Misión madres de los barrios”, que por ser tales reciben un poco más de atención en cuanto a comida y asistencia médica, aunque en condiciones paupérrimas.